En el siguiente post queremos explicar una de las patologías más habituales que aparecen en las consultas podológicas y que causa mucha sorpresa en el paciente, por no ser tan popular coloquialmente hablando: las metatarsalgias. Aunque no estemos tan acostumbrados a oirlas, su prevalencia es tan alta como la de los famosos juanetes, según nos dicen los propios podólogos.
¿Qué es una metatarsalgia?
Cuando hablamos de METATARSALGIA, hablamos de un nombre genérico refiriéndonos a un dolor (“ALGIA”) en la zona de los metatarsianos, que son los huesos alargados del pie. En concreto, este dolor se refiere sobre todo a la zona de la cabeza del metatarsiano, que es donde finaliza este hueso y empieza el dedo propiamente dicho.
Esta zona cobra especial importancia en el funcionamiento del pie, ya que es donde recaen muchas de las fuerzas que se aplican en el mismo cuando realizamos cada paso al caminar. No obstante, esa fuerza tiene una magnitud concreta que cuando se supera, el tejido empieza a sufrir en exceso y al sufrir en exceso, es cuando empieza a doler.
Para ser más específicos, ocurre que en la zona de las cabezas metatarsales tenemos una grasa que nos ayuda a amortiguar el peso que recae sobre la zona, esta grasa o “almohadilla” como popularmente se conoce, con la edad puede desplazarse o deteriorarse, lo que deja más expuesta a las estructuras que tiene debajo.
Debajo, nos encontramos el hueso, y entre la grasa y el hueso otras estructuras más frágiles, como la llamada placa plantar que es como una especie de ligamento y la cápsula articular que es una membrana que recubre la articulación, entre otras. Estas estructuras más pequeñas son las que tienden a degenerarse y a causar esa sintomatología dolorosa cuando el daño se ha producido.
Causas de las metatarsalgias
Una de las causas más habituales es los “defectos” en los movimientos del pie. Lo normal es que, en los últimos instantes de la pisada, el despegue se realice por el dedo gordo, pero cuando esto no ocurre, bien porque la fuerza que se ejerce es insuficiente, porque exista un juanete u otros factores, el mecanismo de despegue tiene que pedir “ayuda” de los dedos que le continúan, y por lo tanto aumenta aún más su fuerza.
Otra causa común también puede ser que la forma del pie no sea la adecuada; por ejemplo, en un pie con mucha curva (pies cavos) en el que los dedos estén en garra y las cabezas de los metatarsianos queden más expuestas.
Y, además de los defectos en movimientos o forma, las metatarsalgias también pueden ser causadas por otros motivos como un entrenamiento intenso, exceso de peso o un calzado inadecuado como el uso de tacones o punteras estrechas, entre otros.
Síntomas de metatarsalgia
En cuanto a la sintomatología que puede generar una metatarsalgia, nos comenta Daniel Torres, podólogo, fisioterapeuta y osteópata, que los pacientes que acuden a su consulta suelen presentar un dolor fuerte, continuo e intenso en “la bola del pie”. Este dolor, según nos cuenta, suele empeorar, generar un dolor punzante y en ocasiones, un entumecimiento u hormigueo en los dedos o incluso una sensación de tener una piedra en el zapato.
Además, hay que tener en cuenta que las metatarsalgias pueden generar como consecuencia otros problemas. Algunos muy conocidos como los “ojos de pollo” o como técnicamente los llamamos, helomas, en la zona donde la presión está aumentada. A consecuencia del dolor que genera puede ser que otras partes del pie tengan que trabajar en exceso y pueda generar estrés en otros tejidos (tendones, ligamentos, músculos) o incluso, no hay que olvidar, que del pie depende gran parte de la postura, por lo que esta se puede ver alterada a distancia y generar problemas en la rodilla, cadera o en la columna lumbar.
“Es muy importante considerar un tratamiento adecuado por parte de tu podólogo/a”.
Tratamiento de metatarsalgias
Para finalizar este post queremos explicar cuál sería una estrategia adecuada de tratamiento, ya que existe una diversidad considerable del mismo, pero es importante comprender que depende de cada paciente y del estadio de la lesión, por lo que la opción más adecuada puede ser diferente en cada uno.
Como hemos comentado, una de las causas principales de esta patología es el comportamiento del pie, por lo que el tratamiento principal irá enfocado a compensar estos desequilibrios. Esto se puede hacer con:
- Plantillas. Los soportes plantares pueden ser una buena solución, haciendo siempre previamente un estudio biomecánico por parte del podólogo/a que determine el tipo de plantilla más adecuada.
- Almohadillas metatarsales. Otra opción es el uso de férulas que ayuden bien a reducir la garra de los pies, o a amortiguar la zona de la almohadilla y así disminuir la presión en esta zona. En Herbifeet contamos con almohadillas metatarsales para aliviar el dolor producido. Si quieres entra en nuestro apartado específico para dolor metatarsal y antepie y conoce todos los productos que tenemos.
- Si con esto no conseguimos lidiar completamente con el problema, se pueden hacer tratamientos más específicos sobre las estructuras lesionadas (electrólisis, infiltraciones…)
- En una última instancia habrá casos en los que se plantee la cirugía.
Por lo que, nuestra recomendación final, es que ante la aparición de síntomas en esta zona, acude a tu podólogo/a para que realice una exploración y un diagnóstico adecuado y pueda ofrecerte la mejor solución posible para tu caso.
Si tienes más dudas sobre este tema o quieres conocer nuestros productos para aliviar el dolor de las metatarsalgias, no dudes en consultarnos.